Contra todo pronóstico, la corte de Sus Satánicas Majestades volvieron a pisar tierra latinoamericana en su más reciente gira internacional: Olé tour. Del 3 de febrero hasta el 25 de marzo, la banda de Rock inglesa visitó diez ciudades en 7 países, tocando en los estadios más grandes e importantes de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú, Colombia, México y Cuba.
El legendario grupo conformado por Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Rooney Wood es uno de los más importantes en la historia, y más influyentes en la música contemporánea y en la cultura pop. Con 54 años de carrera ininterrumpida, más de 40 giras mundiales, 25 álbumes de estudio con ventas totales entre 200 y 250 millones de copias y habiendo colocado 14 canciones dentro de las 500 mejores de todos los tiempos según la revista Rolling Stone, podemos considerarlos como verdaderas leyendas vivientes. Han sabido mantenerse vigentes, explorando diferentes géneros, sin importar cuánto cambien los tiempos.
Prueba de ello es la diversidad del público que asistió a cada uno de sus conciertos. El rango de edades entre los asistentes de cada concierto era gigante, convirtiéndolo en un evento intergeneracional. Adolescentes, adultos, gente de edad ya bastante avanzada, a todos por igual se les erizó la piel al escuchar al presentador anunciar a la banda, seguida de la aparición de Keith Richards sobre el escenario mientras en su guitarra esgrimía los acordes de Start me Up. El setlist fue muy similar en cada una de sus funciones, recopilando éxitos que satisfacían a una audiencia que por dos horas y media se entregaba bailando y cantando cada uno de sus himnos.
Hubo muchos momentos memorables en cada presentación; la primera canción que prendió verdaderamente al público, según una votación en redes sociales (Street Fighter Man en México, She’s a Rainbow en Chile, etc.) seguida de la romántica Wild Horses en la que el público opaco a la bóveda celeste con la luz de sus celulares. Más adelante el comandante de los Stones, Jagger, cedió el micrófono a su compadre, Keith Richards, quien deleitó al público con You Got The Silver, para después enloquecer a la audiencia con una versión extendida de la afamada Midnight Rambler. Ya con un público al borde del éxtasis tocaron sus clásica Gimme Shelter, para después convertir el escenario en una embajada del infierno con Sympathy for the Devil, seguido de Brown Sugar. Salieron del escenario, con la audiencia todavía entonando canciones hacia sus ídolos, sólo para regresar a hacerles derramar lágrimas con una emotiva versión de You Can’t Always Get What You Want acompañada de coros infantiles locales. Terminaron los shows sin escatimar en pirotecnia mientras entonaron el sencillo que los inmortalizaría, Satisfaction.
De todos sus conciertos, el que pasará a la historia sin duda es el último, llevado a cabo en La Habana el 25 de marzo ante un estimado de 500 mil cubanos de manera gratuita. El llamado “Concierto por la amistad” es el primero de Rock Británico en el país, llevado a cabo días después que el Presidente de los E.E.U.U. visitara La Habana, marcando así una nueva era de apertura Cubana hacia al mundo. El concierto entusiasmó a toda la población, pues marca el inicio de una nueva era para el pueblo cubano, quienes hace tiempo escuchaban a grupos como The Rolling Stones a escondidas.
El concierto, con un costo de 7 mdd, fue pagado por un filántropo de nombre Gregory Elias, presidente de la fundación Buena Intención, esperando recuperar un poco de la inversión con las ventas del DVD filmado en el concierto.