Huyendo de la angustia existencial que canónicamente acompaña la espera del inicio de semana, el domingo pasado vi de nuevo “La sociedad de los poetas muertos” filme en el que, llevados de la mano por el profesor John Keating (Interpretado con maestría por Robin Williams), se plantea la posibilidad de vivir en un estado de poesía, en una eterna admiración por lo bello. Dentro del guión, rico en reflexiones sobre la estética, robó mi especial atención la siguiente frase:
«No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (…). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería… son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos».
Desde tiempos remotos, la cultura ha sido definida desde la lente de grandes pensadores y académicos como el constructo histórico de expresiones humanas que reflejan la forma en la que el hombre se entiende en el mundo. Es el fiel registro de la cosmovisión del ser humano en diferentes momentos de su historia. La memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir en palabras de Milán Kundera.
Sin embargo, al hacernos conscientes del impacto que la kultur tiene en nuestro día a día, más allá del análisis académico, cualquier intento de definición se queda corto. Es la cultura misma, en sus más diversas manifestaciones, la que da profundidad y sentido a cada uno de nuestros días. Es mirando una buena película, leyendo un libro, escuchando una sinfonía que el hombre es capaz de trascender lo mundano de la cotidianidad para elevarse a un estado tal que permite mirar frente a frente la belleza de la vida, para después embelesarse de ella.
Con pinceladas de tinta, Desde el Atril buscará en sus próximas ediciones, reflexionar sobre la cultura y sus representaciones – pasadas para entender las presentes, actuales para comprender las venideras – y así encontrar junto a ti, querido lector, inspiración y belleza en este mundo que pareciera a veces hacerles de lado; trascender la cultura en los textos y llevarla al corazón, convenciéndonos en cada columna que, como diría André Malraux, “La cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo.”