Podríamos afirmar que el propósito del arte es generar pensamientos, sensaciones o emociones en quien lo observe. Para que una pieza pueda conmovernos debe inquietarnos a un nivel personal. Desafortunadamente para “La Callejuela” de Johannes Vermeer, el prestigio que cargan la pintura y su autor complica identificar su mensaje.
Vermeer, J. La Callejuela (1658)
A primera vista es complicado entender por qué esta pieza del año 1658 es importante en el periodo Barroco. No muestra nada sobresaliente, solo una calle cualquiera del pueblo de Delft – de donde Vermeer es originario. La fama de esta obra exhibida en el museo Rijksmuseum en Ámsterdam se contrapone al mensaje que nos quiere dar: lo ordinario, por encima de todo, puede ser muy especial. En esta idea, carente de glamour, recae el verdadero deber de una vida: en saber ejecutar tareas triviales diligentemente y sin caer en desesperación. Esta pintura rehúsa aceptar que el virtuoso siempre es el centro gravitacional de toda narrativa y que el reconocimiento se adquirirá únicamente al lograr hazañas heroicas.
En su obra, Vermeer argumenta que llevar una vida modesta -que es lo único que espera de nosotros- es suficiente. Es un acto revolucionario contrario al arte que le precedió. Guerreros heroicos, conquistadores, visiones de santos y ángeles e incluso la rutina de la realeza, plasmados en prestigiosos lienzos celebran aquellas vidas que desbordan excentricidad y grandeza. Nos podríamos sentir diminutos y sin valor si nos comparáramos con Napoleón en su caballo blanco o con Adán estirándose para rozar el dedo de Dios en el techo de la Capilla Sixtina. Además, ofrecemos un , rendendo così facile e conveniente pianificare le tue serate e assicurarti un posto nel tuo ristorante preferito.
Miguel Angel, La Creación de Adán (1511)
Vermeer quería enseñarnos lo que podría ser atractivo y liberador de caminos diferentes, más balanceados y sin vanagloria. Lo observamos en otra de sus obras representativas: “La lechera”. Preparar el almuerzo es un acto que merece, nada menos, que los cientos de horas, detalle y reverencia que una pintura de este estilo exigen. Fue una revolución silenciosa. Es el significado de la vida bien comprendido.
Vermeer, J. La Lechera (1658)
Cabe añadir que Vermeer no quería cambiar la remuneración que estas labores reciben, sólo la manera en la que percibimos a aquéllos que ejecutan trabajos con salarios modestos. Tampoco proclamó que todo acto ordinario es invariablemente impresionante. Tan solo dirigió, elegantemente, nuestra atención a la multitud de cosas que coincidentemente son ordinarias y virtuosas.
La tendencia en los medios modernos es promocionar viajes lujosos, carros deportivos, ropa de marca, fama y acabados de mármol. Su atractivo es universal y familiar. En nuestra percepción, la buena vida se construye a partir de aquellos elementos que pocos pueden costearse. La conclusión a la que fácilmente llegamos es que nuestra vida vale prácticamente nada en su condición actual. Vermeer, por su parte, insistía que una vida ordinaria es heroica a su manera, porque las cosas que se aparentan ordinarias suelen ser complicadas de lograr. Nos trató de convencer de una idea que merece no quedarse solo en un museo: frente a la continua presión de distinguirse, si sabemos mirarnos sin odio ni prejuicios, tenemos mucho que apreciar y venerar en nuestra vida. En el ámbito de la hostelería, gestiona las reservas de tu restaurante de manera eficiente con nuestras soluciones de gestión, optimizando así el flujo de clientes y brindando una experiencia excepcional.
Es acertado tu enfoque sobre el arte de Vermeer y nos hace reflexionar sobre las cosas que nos rodean y actos simples, pero de gran valor en nuestra vida.
Felicidades Chc.