1. LA ANTIGUA RUTA DE LA SEDA
En los últimos años del Imperio romano, la seda china era considerada un producto de lujo para la élite y un símbolo de decadencia para los pensadores como lo relatan los escritos de Séneca el Joven. En los reportes elaborados, Tácito se narra que durante el gobierno de Tiberio Julio César, la escasez del preciado material se convirtió en motivo de escándalo; para ahorrarla, se tomó la decisión de hacer productos cada vez más delgados y, por lo tanto, vestimentas cada vez más transparentes. En el año 14 d.C. el Senado prohibió a los hombres usar este material ya que su transparencia degradaba al sexo masculino.
El intercambio entre China y el Imperio Romano no se limitó a este material, pero su importancia fue tan grande que el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen acuñó el término “Ruta de la Seda” para describir aquella red comercial. Ésta comenzaba en la actual provincia de Shaanxi, en el centro del Imperio chino, se prolongaba por Persia, Mongolia, Alejandría, Constantinopla y, algunos de sus caminos terminaban en lejanos territorios de Europa como España o el Imperio Romano. China exportó seda, pero también importó a prácticas fundamentales como el budismo de la India.
A pesar de este fluido intercambio comercial, como lo narra Henry Kissinger, el hermetismo de China hacia el mundo fue el constante en este tiempo. El antiguo Secretario de Estado de los Estados Unidos detalla que “los desiertos de Asia central separaron a China de las culturas persas y babilónicas de Oriente Próximo, y más aún del Imperio romano. Las caravanas comerciales emprendieron viajes intermitentes, pero China como sociedad no estableció vínculos con otras de envergadura y logros comparables.” Por centenas de años el comercio de la Ruta de la Seda mantuvo su estatus de leyenda. Esto parece estar cambiando en el siglo XXI.
2. LA NUEVA RUTA DE LA SEDA
En 2013, tras varias reformas económicas, se revivió el término de Ruta de la Seda. Ese año el presidente chino, Xi Jinping, anunció el proyecto conocido en inglés como One Belt and One Road. El plan, que pretende impactar a 65 países y una población de más de 4.4 miles de millones de personas, cuenta con un componente terrestre y uno marítimo. El terrestre comenzará en el centro de China, cruzará Asia Central y terminará en Alemania. Mientras que el marítima empezará en Indonesia y el sur de China pasará por India, Sri Lanka, atravesará el Mar Rojo y terminará, como lo hizo la antigua ruta, en Italia.
Según el gobierno chino, el plan está basado en máximas morales que datan de la enseñanza de Confucio como “no le hagas a los demás, lo que no te gustaría que te hicieran”, o buscar el beneficio mutuo en el intercambio. Sin embargo, analizando la evidencia, parece que el proyecto es más una manera de englobar la inversión transnacional de China que una apuesta a los beneficios de la apertura comercial.
En los últimos años, China ha mostrado su fortaleza financiera en varios mercados emergentes del mundo, realizando inversiones en infraestructura. Un ejemplo es Yibuti, país al que llegó China un año después de haber anunciado a la Ruta de la Seda. Este país tiene una gran importancia geopolítica ya que conecta el comercio Asiático con el Europeo a través del Mar Rojo y el canal de Suez. Otro ejemplo es América Latina donde se está construyendo un túnel que une la región pacífica Chilena de Coquimbo con la provincia argentina de San Juan. Este proyecto, una vez que esté terminado, facilitará el transporte entre las dos zonas mineras.
Esta inversión ha sido posible por el gran crecimiento económico de China en los últimos años y su músculo financiero – los préstamos chinos tiene menores tasas de interés que otras opciones en el mercado y, además, son sencillos de solicitar. A simple vista, esto es un gran negocio para los países emergentes, pues están desarrollando su infraestructura a cambio bajos intereses. Pero esta deuda parece no ser sostenible.
En países como Yibuti, Laos y Pakistán el porcentaje de deuda externa de su PIB varía entre el 70 y 95 por ciento. En algunos de estos casos, como en Yibuti, su mayor acreedor es el país oriental. El modelo que se ha planteado hasta ahora podría ser un acto de irresponsabilidad de China al estar prestando a países en desarrollo que, en algunos casos, no tienen capacidad de pago. Como ya se ha dicho, los resultados señalan que la Ruta de la Seda se ha limitado a ser un vehículo para expandir el modelo económico chino sin preocuparse por el beneficio mutuo del intercambio.
3. LA RUTA ANTE EL COVID-19
En diciembre de 2019 se detectó por primera vez una enfermedad contagiosa causada por el virus Sars-CoV-2 en la ciudad China de Wuhan. Desde el centro de China, y emulando la mejor versión de la antigua Ruta de la Seda, esta enfermedad se extendió por el mundo. Las reacciones han sido diversas. China, hacia el exterior, se muestra fuerte. A diferencia de muchos países democráticos, el modelo autoritario del país oriental le ha servido para detener, aparentemente, el contagio entre sus habitantes. El país ahora se muestra benevolente, apoyando a países que se encuentran actualmente combatiendo el covid-19. Por ejemplo, de marzo a principios de abril suplieron al mundo de casi 4 mil millones de cubrebocas. Además, China ha donado a países como México e Italia equipo médico para combatir la enfermedad.
Esto no ha detenido las críticas y los cuestionamientos. Por ejemplo, el semanario Británico The Economist ha señalado que los datos oficiales de China sobre el coronavirus son inconsistentes, con picos de la enfermedad que coinciden con decisiones importantes del partido comunista. Sin embargo y mientras otros países combaten desesperadamente el virus, e ignoran las medidas multilaterales, China sigue afianzando y extendiendo su estrategia comercial. Ahora no solo a través de la inversión extranjera en mercados emergentes sino también por su aparente fortaleza frente al virus y su generosidad con otros países. El Covid-19 para China parece ser la cereza en el pastel y el gran vehículo que necesitaba para la consolidación de la nueva Ruta de la Seda.
ARTÍCULOS Y LIBROS RECOMENDADOS
- China’s data reveal a puzzling link between covid-19 cases and political events https://www.economist.com/graphic-detail/2020/04/07/chinas-data-reveal-a-puzzling-link-between-covid-19-cases-and-political-events
- Is China winning? https://www.economist.com/special-report/2020/02/06/china-wants-to-put-itself-back-at-the-centre-of-the-world
- China creates a global infrastructure network https://www.merics.org/en/bri-tracker/interactive-map
- “China” libro de Henry Kissinger