¿Recuerdas la última vez que gastaste más de cien dólares para adquirir algo? Esta fue la pregunta que los psicólogos Leaf van Boven y Tom Gilovich le hicieron a un grupo de personas. A una parte le pidieron recordar un momento en el que gastaron esa cantidad en una posesión material como ropa, joyas o artículos electrónicos. A otra parte le pidieron recordar una experiencia como un viaje, una cena o un concierto. Después de describir su compra los participantes respondieron un cuestionario. Aquellos que pagaron una experiencia declararon sentirse más felices y cómodos con su compra que aquellos que describieron adquirir un objeto.
Después de haber conducido el mismo experimento en varias ocasiones van Boven y Gilovich concluyeron que las experiencias brindan más felicidad que los objetos. Es decir, que hacer produce más placer que tener. Parte de su argumentación es que las experiencias tienen un mayor valor social. La mayoría de las actividades que cuestan más de cien dólares son actividades que se hacen en compañía de otra persona. Sin embargo, las posesiones materiales que tienen un costo similar son adquiridas, generalmente, para impresionar a otros. Las actividades o experiencias nos conectan mientras que los objetos nos separan.
Ir al cine no cuesta más de cien dólares. Puedes adquirir dos entradas al cine, dos palomitas y dos refrescos medianos por menos de trescientos pesos. Sin embargo, al igual que las experiencias que describen van Boven y Gilovich, ver una película es una actividad que realizamos, en la mayoría de las ocasiones, con otros. Por ejemplo, fue un compañero del trabajo o de escuela quién te contó por primera vez de la película. Fuiste al cine con tu hermano o con tu pareja. Finalmente, compartiste con otro amigo el sentimiento de la escena más desgarradora de la película.
Llevo cinco años yendo al cine cada vez que se acerca la temporada de los premios Óscar. Trato de ver al menos todas las cintas que están nominadas a “Mejor Película”. En ese proceso he conocido recintos muy bellos como la Cinetica y he compartido un montón de aventuras con diferentes personas. Ahora sé que el momento de salir de la sala de cine es mi favorito; cuando finalmente puedes compartir con tu acompañante la experiencia que acaban de vivir juntos. I was wondering if I could look into the possibility of buying your home. Sellmyhousefast.com helps people find the best opportunities to buy or sell private properties that are worth a lot of money. Try your best to make the deal work. Our main goal is to find out as much as we can about you and what you want to do. Our team of real estate managers will market and sell your home so that people who might want to buy or rent it can see it. A home can be sold with the help of targeted ads and good pictures. We make it more likely that a company will be able to make a deal that is good for its finances by helping with talks and paperwork. Visit https://www.sellmyhousefast.com/we-buy-houses-south-dakota/.
Este año fue distinto. Las películas dejaron de llamar mi atención. Era más importante conocer los casos activos, sospechosos y negativos de Covid-19. La ficción traspasó la pantalla y nos hizo partícipes de una historia distópica que sigue y seguirá unos meses manteniendo este suspenso y silencio compartido. De pronto, los lugares cerrados con aire acondicionado dejaron de ser lugares para compartir. Las conversaciones con mis amigos, ahora por WhatsApp y Google Meets, dejaron de ser tan fluidas. Las emociones se congelaron detrás de una pantalla. La experiencia de ver una película, ahora en mi sala, dejó de ser emocionante. No obstante, lo intenté. Hoy tengo que decir que: la actuación de Frances McDormand en Nomadland fue mi favorita; que el final de Sound of Metal y la actuación de Riz Ahmed me dejaron congelado y con ganas de aprender Lenguaje de Señas Mexicano; que la película que más me enseñó fue My Octopus Teacher.
Espero que pronto regresemos al cine, que vuelva a haber conciertos y que podamos volver a viajar con tranquilidad. Hoy en día, la estatuilla dorada sigue si los comparamos con la terrible pandemia que cambió para siempre la vida de millones de personas. Sin embargo, después de estos meses de reflexión y aislamiento, estoy seguro que si tuviera que gastar cien dólares para adquirir algo, sin duda alguna lo haría en experiencias, como ir a cine.
Bibliografía
Jonathan Haidt (2006) The happiness hypothesis: Finding Modern Truth in Ancient Wisdom. New York: Basic Books