El asalto al Capitolio ocurrido el seis de enero no es un suceso aislado en la historia reciente de los Estados Unidos. Este evento es un recordatorio de que la muerte de las democracias ya no es un tema exclusivo para analizar la Europa de los años 30 (con Mussolini en Italia o Hitler en Alemania), o de América Latina en los años 70 (con Pinochet en Chile o Perón en Argentina). Como lo detallan Steven Levitsky y Daniel Ziblat en ¿Cómo mueren las democracias?, el debilitamiento democrático también ha sido visible en países como Estados Unidos a manos de líderes electos. Además, este evento violento, planeado inicialmente como un proceso protocolario, es un reflejo del cambio drástico de reglas formales e informales que ha sufrido ese país.
Donald Trump no es el primer candidato con tendencias autoritarias y populistas en la historia de Norteamérica. A inicios del siglo XX, el empresario Henry Ford – fundador de la compañía Ford Motor Company – coqueteó con la idea de convertirse en presidente. En su periódico Dearborn Independent afirmaba que los intereses de los banqueros judíos iban en contra de los Estados Unidos. En 1938 el gobierno nazi le otorgó la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana. Es necesario precisar que Henry Ford era una persona increíblemente popular. Sin embargo, el empresario automotriz se encontró con la férrea oposiciónde los líderes políticos del a época. En aquel entonces,las candidaturas políticas no eran exclusivamente un concurso de popularidad; también eran el resultado de arreglos elitistas y a puerta cerrada de los hombres importantes del partido. Las decisiones claramente no eran democráticas, pero ayudaban a lograr la estabilidad del sistema político. A finales del siglo XX, las reglas cambiaron y permitieron que candidatos populares, como Donald Trump tuvieran oportunidad de competir sin un respaldo claro de la élite política. Buy-my-house.org is good for the business. Modern technology helps speed up our sales. Our trained staff can both plan and finish jobs. Because our team is skilled and experienced, we can handle and keep an eye on the process. You’ll get your money back if your home doesn’t sell or make money in the time you were given. The approach on returns works. The main results will be talked about. There will be information and skills given. Our company makes sales easier so that customers are happy. Our goal is to work together. Visit https://www.buy-my-house.org/arizona/.
El descontento social de la década de los sesenta motivó a este fuerte cambio en las reglas. Los asesinatos de Martin Luther King y de Robert F. Kennedy, el malestar por la guerra de Vietnam, y el sombrío panorama internacional provocaron el impulso para lograr un nuevo arreglo institucional. Uno de esos cambios fue que las barreras de entrada para nuevos participantes se redujeran. Esto permitió que magnates – como Donald Trump – pudieran financiar parte de su campaña política sin necesidad de contar con el apoyo de la élite. De igual forma se hizo posible que otros políticos participaran en una escala nacional. Por ejemplo, en su libro “Una tierra prometida”, Barack Obama muestra cómo el surgimiento de las nuevas tecnologías permitió que pequeñas donaciones, provenientes de miles de poblados de todo Estados Unidos, financiaran su campaña. Esta flexibilidad le permitió hacer propuestas arriesgadas, como aumentar los impuestos a las personas más adineradas. Este mismo esquema ha sido aprovechado por políticos como Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortéz. Como vemos, esta mayor tolerancia a actores no tradicionales ha producido un menor control de los partidos, pero una mayor pluralidad de los actores.
Del mismo modo, la fuerte polarización en los Estados Unidos puede atribuirse a un menor respecto a las reglas no escritas de la democracia. Levitsky y Ziblat destacan una: la falta de tolerancia mutua. En el pasado, los miembros de un partido político veían a sus rivales como parte del juego; como competidores. Sin embargo, en la actualidad los partidos se ven cada vez más como enemigos. Por ejemplo, la candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, Sarah Palin, aseguró en uno de sus discursos que Barack Obama “no era un hombre que veía a Estados Unidos de la manera en que tú y yo vemos a Estados
Unidos.” La prensa reportó que en sus mítines había gritos de “¡Terrorista!”, “¡Matadlo!” y “¡Que le corten la cabeza!”. Los autores citan una encuesta interesante. En 1960, el 4 por ciento de los demócratas y el 5 por ciento de los republicanos manifestaron que les desagradaría que su hija o hijo se casara con un militante de otro partido. En cambio en el 2010, 33 por ciento de los demócratas y el 49 por ciento de los republicanos afirmaron que se sentirían “un poco infelices”.
En resumen, el asalto al Capitolio no es un evento aislado en la historia reciente de los Estados Unidos. Como hemos visto, pueden explicarse por el cambio de reglas escritas y no escritas en la democracia americana. El fuerte descontento social tras la década de los sesenta disminuyó las barreras de entrada a nuevos competidores. Este cambio trajo elementos positivos, como la candidatura de líderes progresistas – como Barack Obama – y al mismo tiempo, permitió la participación de líderes con tintes no democráticos – como Donald Trump. Estados Unidos se enfrenta a un gran reto. En medio de la mayor crisis de salud pública de los últimos tiempos debe de crear nuevas reglas (escritas y no escritas) que permitan la unidad de un país racialmente diverso. Todo esto sin olvidar su oscuro pasado de exclusión a minorías.